En las últimas décadas del siglo XIX se advierte en Hispanoamérica
gran rapidez en la asimilación y aclimatación de las modas y costumbres
europeas. Se sigue casi al día el teatro, la novela y la poesía de:
Francia, España, Inglaterra, Alemania e Italia; se remedan y copian
todos esos géneros impregnándoles un sello propio.
El realismo surge después de la revolución francesa de 1848.
Manifiesta una reacción contra el idealismo romántico y
expresa el gusto por la democracia, mas contrariamente a lo que su
inclinación social sugiere, no produce un estilo arquitectónico propio y
se expresa escasamente en una escultura crítica o social.
Hacia las décadas centrales del siglo XIX el Romanticismo irá cediendo paso al Realismo. Al cambio contribuyen varios fenómenos:
- En las conciencias se cierne el peso y las terribles consecuencias de la Revolución Industrial:
- Trabajo de niños y mujeres
- Horarios excesivos.
- Condiciones de vida penosas.
- Viviendas insalubres.
- Los fracasos revolucionarios del 1848 se dejan sentir.
- Se abole todo atisbo de idealismo.
- Abunda la temática social.
- Se tiende a representar al hombre en sus quehaceres cotidianos.
- El tema de la fatiga se convierte en tema principal.
La
técnica narrativa suele ser la misma que la europea: Observación
realista, minuciosidad descriptiva, cierto prurito seudo filosófico,
notoria predilección por los bajos fondos sociales y la incorporación de
una problemática americana aspirando a crear obra propia; aunque no
siempre lo consiguen. Los novelistas americanos lo describen y narra
todo, en vez de describir y narrar lo mejor.
Las causas de esa asimilación inmediata pueden ser varias: Una de tipo económico-social; otras de carácter literario.
Entre
las primeras la estabilidad de los gobiernos, superada la anarquía de
los primeros tiempos de la independencia; la eliminación de las formas
de caudillaje; la normalización de relaciones diplomáticas con los
estados europeos; La prosperidad